Con la vieja mística, con las mismas recetas, como en tiempos pasados: Boca y Bianchi volvieron a torcerle el brazo a River en el Monumental. El 1-0 de esta primavera también tuvo ribetes épicos. Porque como aquella vez en la Libertadores 2004, se ganó sin hinchas propios en las tribunas; porque una vez más, el resultado fue el reflejo del pragmatismo del equipo y la inteligencia de su entrenador; porque otra vez un gol inesperado, salido de otro contexto valió más de tres puntos en esa paternidad "xeneize" sin fin.

El zarpazo del "Puma" Gigliotti, anticipándose a Maidana en la entrada del área chica, fue el corolario de la mejor jugada colectiva de la visita, en la que Riquelme administró para "Burrito" Martínez, que desbordó a la vieja usanza y tiró el centro de la "muerte".

Antes y después, River tuvo más el balón y creó al menos siete jugadas claras de gol, incluidas dos pelotas en los palos. Buena llegada y mala definición para los de Ramón. Poca llegada y certera definición, en los del "Virrey".

River salió como una aplanadora, con un Teo Gutiérrez encendido como asistidor. En esos 10' iniciales, Boca no hacía pie, pero el local fallaba en los últimos pases. Y Orión ya renovaba sus credenciales, como cuando tras un rebote salvó a los pies de Lanzini.

Pasado el primer sofocón, Boca empezó a enhebrar su circuito, intermitente pero efectivo. Movedizo Sánchez Miño, preciso Gago, inteligente Riquelme, incisivo Martínez y letal Gigliotti. Con la participación de todos ellos más la firmeza atrás de Díaz y Pérez, al "xeneize" le alcanzó para defender la ventaja parcial. Porque River reaccionó pronto, pero siguió padeciendo su falta de "punch": dos cabezazos en el área chica, de Andrada y de Lanzini, que se fueron por arriba, fueron el botón de muestra.

A la vuelta del vestuario hubo tres sacudones: Martínez reventó el poste derecho de Barovero con un disparo cruzado. Y poco después, Ponzio hizo lo propio con un remate al palo de Orión, y un Cabezazo de Mora.

El pitazo final desnudó que la vieja mística de Boca es más que la actitud del joven "millonario".